jueves, 16 de enero de 2014

DE QUÉ COLOR SON LOS BESOS

Bueno… En ocasiones, por circunstancias que son difíciles de explicar, uno, por mucho que quiera, no encuentra las palabras exactas para poder responder ciertas preguntas que asaltan nuestra cotidianidad. Uno que se siente de hierro, que viste el traje de invencible, que procura ser certeza, bondad, sosiego y claridad, que deambula en la bipartición de vida intentando llevarlo todo para delante con el mayor de los compromisos sin dejar una mota de polvo sin revisar, que se empeña en ser el éxito para unos, el apoyo para otros, el “nunca te faltaré” para quien te necesita y el cumplidor de lo juzgado, se da de bruces con lo que cuesta trabajo entender. Y no es cuestión de “dramatizar”, no. Es cuestión de darle la importancia que la ocasión requiere por muy pequeño que sea el momento.
Me explico: Un Viaje a la luna tendría una importancia y tender la lavadora tendría otra importancia. Cada cosa requiere un grado de preocupación y compromiso. No es lo mismo presentarte a un casting para actuar en Broadway que regar las plantas del jardín. Cada cosa altera nuestras facultades mentales y físicas según afecte a nuestro sistema nervioso y nuestra conciencia. Hay buenas noticias que conectan nuestros sensores de felicidad, hay noticias que activan nuestros mecanismos de defensas y otras, por el pequeño matiz de lo dispensable, pasan desapercibidas de la misma manera que pasa el viento del “me entra por un oído y me sale por el otro”.
Por si aun no me he explicado bien, a mi me importa lo que me da la gana. Es decir, me importa  todo aquello que me provoca sentimiento. Y nadie está capacitado para medir mi nivel de preocupación por las cosas que a mi me den la gana. Sabes por qué? Simplemente porque me da la gana de que me afecten. Y nadie puede llegar a juzgar lo que siento y, por lo tanto, de la manera que lo quiera afrontar.
Einstein se pasó media vida preocupado por la relatividad y llegó a la conclusión de que la energía de un cuerpo se tiene que multiplicar su masa por la velocidad de la luz y luego elevarla al cuadrado obteniendo la ecuación de E=MC2, y yo aun ando buscando respuesta a la pregunta de “Papá, de qué color son los besos?”… deben de existir locos para cada una de las preguntas que la vida nos regala y buscar la ecuación exacta para cada pregunta sin respuesta. Y a mi me invade la necesidad imperiosa de responder cada una de las preguntas que empiezan por la palabra “Papá”. Llamadme Loco si creéis que me preocupo demasiado por esa fórmula de vida pero yo no estoy dispuesto a pasar por alto ninguno de los interrogantes que empiecen por esa palabra.
Ahora llega el momento de explicar por qué me interesa tanto todas las cuestiones que empiecen por la palabra “Papá”: Primero porque me da la gana y con eso debería bastar. Segundo porque asumo el papel que me ha otorgado Dios y la Vida de ser guia de un ser eternamente maravilloso que tanto de mi necesita. Tercero porque mi lucha interna diaria es el reconocimiento absoluto por parte de aquella persona que no puedo fallar, que he de cuidar y educar y que depende de mis palabras para cultivar carácter, empatía y sentido del compromiso para con los demás. Y por último porque la palabra “Papá” es mucho mas que la energía de los cuerpos , que la velocidad de la luz y no es nada relativa. Ser Padre es mucho mas que todo eso. Es la explosión universal del Amor. Y con el Amor de un Padre nadie puede. Porque ya no es aquello de “Sangre de mi Sangre”, no. Es el sentido de la única vida que nos toca vivir. Es dejar constancia de que has existido y construido solo empujado por el amor.
Imaginaros por un momento cuanto pueden pesar las siguientes afirmaciones: “Yo te quiero todos los edificios del mundo, uno encima del otro”, “Yo te quiero todo el azul del cielo”, “ yo te quiero el último número que existe”… no se puede ser menos relativo, verdad? Porque un arañón, una tos fea, un “tengo ganas de verte”, un “cuéntame algo”, un “ya te vas?” tienen  la importancia que a mi me de la gana que tenga. Y no es ser exagerado o dramático, no. Es sentimiento de Padre desde la distancia que intenta capear el temporal de la ausencia continua con la voz por el móvil, la preocupación por las pequeñas cosas y el amor infinito que me enseñaron y que he de enseñar. Todo esto, lo escribo en un momento que debería estar y no he podido ir. Es por ello por lo que en estos momentos busco la respuesta a lo de “Papá, de qué color son los besos?”. Y la única respuesta que se me ocurre ahora mismo es “Los besos son de tu color”… Porque no existe otro igual y mejor.