sábado, 2 de noviembre de 2013

LA INDIGESTIÓN CEREBRAL

Yo ya no sé si existe o deja de existir.

Aun intento tomar conciencia cuando veo cosas así. Uno que está hartito de exprimirse de emoción y engarrotar sus cuerdas vocales, uno que intenta expresar no solo con la voz si no con la palabra, la mirada y el gesto, uno que de omeoprazol y espidifen en revuelto se nutre para poder dar el máximo... uno que quiere y se empeña en dejar constancia día a día de que los que nos dedicamos a esto tenemos la responsabilidad absoluta de ser auténticamente "almas preparadas" para expresar y emocionar. Me niego a pasar de soslayo y gritaré lo más alto posible cuando mis ojos vean o mis oídos escuchen "barbaridades" en contra de la música y la profesión.

En su día intente ser un producto televisivo mas, he de reconocerlo. Inmerso en la desesperación de la falta de oportunidades que existen en mi gremio debido al "todo vale musical" en el que nos vemos envueltos, intenté abrir una cuota de pantalla que está al alcance solo de unos privilegiados. Y una vez probado descubrí que la TV y la música van unidos a unos números: Audiencia (share) y un teléfono para votar. Que el arte se basa en números y no en emociones. Que esos números copan en la parrilla televisaba los momentos de "prime time" y que, por ejemplo, puedes ver a grandes artistas de este país que forman parte de la historia musical viva, actuando a las tres de la mañana en unos programas que se denominan "variedades". El Arte es una variedad por lo cual y la venta de personas que quieren dedicarse a cantar es una necesidad social imperiosa con el afán de llenar arcas de sujetos que, muy probablemente, ni sepan que Beethoven compuso con sordera.

Os imagináis a Serrat, Sabina o Raphael en un programa así, de concursantes, evaluados por un tal Magan o alguien que se haga llamar Cali o Dandi. Donde alguien le dijera a Serrat "utilizas demasiado el vibrato" o a Sabina "debes cuidarte la voz" o a Raphael " andas demasiado cuando cantas". Perdonadme pero no alcanzo a imaginarlo para poder seguir describiéndolo. Qué tiempos aquellos en que los niños, con una lógica familiar y racional, aspiraban a ser astronautas o la profesión de su padre... y digo lógica porque eran niños y querían alcanzar la luna o ser como Papá. No como ahora que quieren ser Beyonce, Bisbal, Messi o Cristiano. Que no, queridos amigos. Que esto se está acabando aunque me empeñe a empujar a contra corriente. Y digo acabando por el consumo desacerbado y equivocado de productos televisivos musicales que nacen con el ímpetu de provocar emociones humanas y no artísticas. O ya no nos acordamos de que millones de personas se situaron al lado de una cantante de orquesta de granada con problemas de autoestima, de un cantante con rizos que saltaba y saltaba y saltaba o de un cántabro que trabajaba en la obra y le encantaba el karaoke? Y ese solo fue el inicio.

Ahora hay programas donde se buscan la mejor “voz” del país. Programas donde dicen que quieren encontrar “uno de los nuestros”. Programas donde buscan a un “número uno”… Pero que pasa aquí? Yo tengo que hacerle caso a lo que diga esos jurados dirigidos y tragarme que el que gane es el mejor de este país? Tengo que soportar que a un artista que intenta promocionar su trabajo en el nido del ruido de “Sálvame” le corten la canción antes de la mitad. Un día escuché en uno de estos programas a Maria del Monte decir a una concursante “Te sobra elegancia” y Roser reafirmando y apuntillando le dice “Debes ser más gamberra” y le dijeron que el tema que había elegido “Mercy” no era propicio y que debía cantar “Ni tú ni nadie”… Esta es la verdad aplastante del arte musical de este país? Recuerdo un día que compartí entrevista con Judith Mascó en “La noche abierta” de Pedro Ruiz, donde canté en directo a piano, y fui tratado con cariño, amparo, elegancia y arte. Ya no existen momentos ni lugares así en la televisión. No existen galas de televisión donde tratan a los artistas como parte imprescindible del espectáculo. Ahora somos rellenos, parches o monigotes. Por eso creo y mantengo que no se si existe o no existe o persiste o se resiste. Gracias a Dios mi concepto de labor y profesión va mucho más allá de lo que vemos en televisión y apuesto por el profesional que se desvive por crear, formarse y seguir luchando para dar credibilidad a este asunto maravilloso que es el arte de la música.

Uff… “Qué hartito estoy de tanto desuso y tanta mierda de guarnición para un buen plato de música” Por eso no como de esos platos. Por simple indigestión cerebral. Y para los locos ya están los manicomios.

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